Una virtud poco transitada es la de visitar disciplinas alternativas a las que nos son estrictamente pertinentes. El Colegio de Arquitectos se permite esas aventuras que se expresan, por ejemplo, en el recién finalizado taller de Muralismo, dictado por el artista Gastón Pereira y coordinado por el arquitecto Mario Alcaraz.
Los que conocen a Mario entienden que la sensibilidad artística le es intrínseca y tiene la suerte de labrar en tierra fértil ya que el titular de la institución, el arquitecto Diego López de Murillas es, a la sazón, un artista consumado de esos para los que cualquier distracción se traduce en un bosquejo. La idea de iniciar un taller de muralismo no tardó en llegar a la ejecución.
Cumpliendo funciones en el servicio de gestión de arquitectura hospitalaria en el Hospital Castro Rendón, nuestro Mario Alcaraz conoce la realidad abrumadora de ese Leviathan laberíntico. Aún más; una circunstancia personalísima lo llevó a concebir la idea de manifestarse artísticamente en las instalaciones. El mural es de hecho una consecuencia de experiencias artísticas anteriores en la institución que tuvieron que ver con concursos y encuentros de arte. Una relación que podemos explicar como casual (pero es el resultado de una búsqueda) lo llevaron a conocer a Gastón Pereira, el artista local que dictó el taller.
Gastón es un joven artista neuquino egresado de Bellas Artes (ESBA) cuya obra reseña su herencia mapuche y tehuelche “utilizando sus conceptos”, aclara Gastón, sin que necesariamente utilice técnicas artísticas nativas sino técnicas convencionales occidentales. Ha sido una investigación personal ya que, explica Gastón: “esa clase de estética no se ve en la escuela de Bellas Artes, así que básicamente combinó el resultado de esa búsqueda con las técnicas aprendidas en la escuela”.
Ambos confluyeron en el concepto: “A mí siempre me llamó la atención que (Gastón) hace volcanes… y estaba además el pehuén, la Pacha mama y una serie de elementos neuquinos que queríamos que estén como parte de la idea” a lo que Gastón agrega: “Claro, en realidad yo no hice algo específico para esta obra. Son ideas con las que trabajo de mucho antes y las apliqué en este caso”; explicando con claridad lo que significa el trabajo de un artista en el que no juega un momento de inspiración sino todo un trabajo previo de búsqueda en el que cuenta haber convivido con comunidades originarias en el interior de la provincia. Llamémoslo casualidad, Mario tuvo una experiencia previa de dos años en una iniciativa multicultural con la comunidad Ruca Choroi y los cabos empezaron a atarse.
“Cada vez que trabajás en arte público y en grupo, la recepción es maravillosa; este taller fue una experiencia nueva porque las edades son muy diversas.
Fue un grupo muy proactivo…»
La dinámica de grupo
El trabajo del artista está caracterizado por la soledad y el proceso creativo que tiene algo de perturbador, a la vez que sanador, se resignifica en el contexto del trabajo en grupo. Gastón Pereira ya tenía experiencia en trabajos grupales y entiende lo que significa amalgamar la actitud del artista con una postura de docente. “Cada vez que trabajás en arte público y en grupo, la recepción es maravillosa; este taller fue una experiencia nueva porque las edades son muy diversas. Fue un grupo muy proactivo y esto es como timonear un barco, si no se hacen giros bruscos, la gente está cómoda”, explica Gastón, a lo que Mario acierta “él siempre se mostró tranquilo y no hubieron fricciones ni desacuerdos”. “Eran muchas mujeres y la energía femenina fue importantísima en este proyecto”.
Aunque Gastón Pereira se especializa en murales en látex, tiene alguna experiencia en colaboración en murales de técnica mixta con el Arquitecto Carlos Juárez, (que dio una conferencia para el taller) y esa técnica se usó en parte con la aplicación de venecitas. Fue esa una etapa de descubrimiento para los participantes en el que después de varias pruebas engorrosas, concluyeron en la utilización del enduído para placas tipo durlock (anoten), ya que tiene una ventana más amplia de secado y permite correcciones, fundamental para el trabajo de los iniciados.
En el taller participaron fundamentalmente estudiantes de arquitectura y graduados además de estudiantes de Bellas artes, artistas como Liliana Montes Lefort; psicólogos, lic. en ciencias de la educación, empleados del hospital e incluso tres niñas invitadas que participaron con indiscreto entusiasmo. Este grupo multiforme que rompió con su tarea la rutina del hospital, fue más que bienvenido por las autoridades del mismo (ver recuadro) y causa una alegría inesperada que una autoridad burocrática promueva hacia el futuro un hospital poblado de murales y que a la vez observe el detalle de la iluminación (que según aclaró Mario, está previsto).
El muralismo es una de esas actividades que sea cual sea nuestra naturaleza, deberíamos hacer al menos una vez en la vida, porque reúne aspectos que le dan coherencia al espíritu, como el trabajo en grupo, el uso de la creatividad y el trabajo manual. Parafraseando a Sir Ken Robinson, “Alcanza partes del alma que de otra manera son inalcanzables”.
Las condiciones están dadas para que el taller se convierta en una actividad continua y para que los matriculados y todos a quienes les interese se unan a esta clase de iniciativa y, por qué no, apelamos a cierto egocentrismo que nos animará cuando digamos “ah sí… ese mural lo hice yo, …con otros”.
Adrian Lammel, director del Hospital Castro Rendón sobre el taller de muralismo.
Creo, como ya lo comuniqué en las reuniones previas, que este tipo de actividades unen varias cosas que impactan positivamente a las instituciones. Por un lado resaltan el valor artístico y cultural, estimulan la creatividad colectiva mejorando la comunicación fortaleciendo el proceso del trabajo (compañerismo, reconocimiento, etc). considero además que mejoran el clima laboral generando un ambiente positivo cambiando visualmente arte por papeles contaminantes de información que generalmente son negativas. Esto hace una institución mas amigable a todo/as. En particular el mural me pareció apropiado para la entrada y me pareció muy bueno que se integre todo el espacio. Quedé pensando si por la noche se tendría que poner alguna luz especial para resaltar el mismo. Creo también que sería bueno continuar realizando otros murales en el hospital. Desarrollar un hospital «muralero». Por último felicito a todos los que participaron en la posibilidad de contar con el mismo.
Saludos
Intervinieron en este mural:
Gastón Pereira (Artista plástico recibido en Bellas Artes)
Mario A. Alcaraz (arq.)
Marina Viñals (arq.)
Florencia Mocciola (arq.)
Maximiliano Perez (recién recibido haciendo la tesis arq.)
Noelia Carmagnola (arq.)
Inés Cherbavaz (Psicóloga)
Hugo Pacheco (Estudiante de Bellas Artes)
Luciana Belladonna (Psicóloga)
Natalia Hernandez (arq.)
Liliana Montes Lefort (arq. y reconocida artista Plástica)
Elizabeth Loyola (arq.)
Luisina Fuentealba (Estudiante UFLO)
Celeste Gambaudo (arq.)
Macarena Sancho (Estudiante UFLO)
Daniela Villalba (Estudiante de UFLO)
Natalia Marecos (Estudiante UFLO)
Noelia Agostino (Psicóloga)
Micaela Vilchez (Lic en ciencias de la Educ.)
Gabriela Uriarte (Estudiante UFLO)
Mariana Martinez (Lic. en ciencias de la Educ.)
Miriam Fonceca (empleada del Hospital)
Sandra Colipan (empleada del Hospital)
Niñas invitadas: Margarita Juaneu, Azul Pascal Bertoni, y Florencia Alcaraz (colaboraron con buenísima actitud y onda)